Tan solo dos elementos químicos cubren el 70 por ciento del planeta. Justamente, los dos que permiten la vida en la Tierra y que en México —en los estados de Quintana Roo y Yucatán— se mezclan para crear ecosistemas acuáticos tan diversos como impactantes.
Cenote Ik Kil, Yucatán
Los cenotes —pozos naturales de agua dulce originados por la erosión de la roca caliza que los recubre, y exclusivos de la Península de Yucatán— fueron un elemento clave en la cosmogonía maya. Eran el escenario del mito creacional de la cultura y representaban portales al inframundo. En el caso de Ik kil, ubicado a tres kilómetros de Chichen Itzá y a poco más de media hora de Mérida; se mezclan las posibilidades típicas de un balneario de agua pura con el hábitat natural de ranas, bagres, grillos, monos, tucanes, loros y más especies animales y vegetales.
Sac Actun, Quintana Roo
Con cerca de 350 kilómetros de longitud y una profundidad máxima de 120 metros bajo tierra, esta red de ríos fluye bajo el sistema de cavernas inundadas más grande del mundo, descubierto en su totalidad en enero del año pasado. Se posiciona también como el afluente subterráneo más largo del planeta y tiene una alta importancia arqueológica: durante su curso, donde hay aproximadamente 200 cenotes, se encuentran rastros de la cultura maya y de fauna extinta de hasta 12.000 años atrás. De hecho, se conoce localmente como ‘El cementerio de mascotas’ por la gran cantidad de fósiles que alberga.
Playa Delfines, Quintana Roo
Treinta kilómetros de arena blanca, aguas cristalinas, un mirador, parasoles gratuitos, gimnasios al aire libre e incluso, en algunos tramos, acceso a red inalámbrica. Su nombre hace honor a uno de los principales atractivos que tiene para ofrecer: en algunas madrugadas, a primera hora del día, es posible ver a delfines cruzando la costa en libertad. Todo a 18 kilómetros del corazón de Cancún. Su oleaje es fuerte, por lo que se recomienda nadar con precaución y evitar los deportes acuáticos aficionados.
Las coloradas, Yucatán
Hace parte del Parque Natural Ría Lagartos, una zona protegida ubicada en la frontera estatal entre Yucatán y Quintana Roo. Su rosa característico es producido por halobacterias, un microorganismo propio de aguas que —como estas, gracias a la industria pesquera y salinera local— están saturadas de sal. La cantidad de estos cristales es tan alta, que su contacto con la piel puede ser perjudicial, por lo que el ingreso al agua está prohibido.
Laguna Bacalar, Quintana Roo
Conocida también como ‘La laguna de los siete colores’, por los distintos tonos de azul, verde y celeste que se distinguen en ella, se trata del cuerpo hídrico más grande de su tipo en la península. Su longitud de 60 kilómetros y el terreno que la rodea son ideales para acampar, navegar, nadar, hacer snorkel, realizar senderismo y practicar deportes acuáticos gracias a la quietud del agua.
Museo de Arte Subacuático, Quintana Roo
Se inauguró en 2010, como una forma de preservar los corales naturales del estado, de atraer visitas a otros lugares del fondo del mar y de crear un hábitat artificial para las especies locales. Cuenta con aproximadamente 500 esculturas de concreto que no afectan el ecosistema natural y que en su mayoría fueron hechas por el artista británico Jason deCaires Taylor. Las obras se encuentran distribuidas en 150 metros, entre Cancún e Isla Mujeres, y pueden visitarse haciendo snorkel, buceando o a bordo de un barco con fondo de cristal.
Caleta de snorkel, Quintana Roo
La vida natural y el agua cristalina del mar combinados con la seguridad de una pileta poco profunda y prácticamente sin oleaje: así son las caletas. En la que alberga el Parque Xcaret —ubicado aproximadamente 75 kilómetros al sur de Cancún y con una extensión cercana a las 80 hectáreas—, hay una fauna marina que incluye peces, caracoles, tortugas y erizos, lo que la hace ideal para hacer snorkel. Además, su profundidad varía entre los 1,20 y 2,50 metros y la presencia de salvavidas es constante, por lo que es seguro para toda la familia.
Celestún, Yucatán
32 hectáreas de la Reserva Especial de la Biósfera Ría Celestún —que en su totalidad alcanza las 60 hectáreas— están ocupadas por manglares. Acoge cuatro de las 54 especies existentes de este vegetal, que forman túneles naturales en los que se mezclan agua dulce y salada, y por donde transitan a diario pequeñas embarcaciones pesqueras. Este ecosistema funciona como una barrera natural contra huracanes, es hábitat de crustáceos, peces, tortugas, cocodrilos, monos araña y cerca de cinco mil flamencos rosados, y es hogar de paso de varias aves migratorias.